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Nunca en la historia de la humanidad había sido tan evidente la relación existente entre la salud de la naturaleza y la salud humana. De esta relación han nacido dos conceptos fundamentales para garantizar el futuro en el planeta. Ecosalud, que se refiere al estudio de cómo mejorar el medio ambiente y la calidad de vida de las personas; como el cuidado de la ecología incide en la salud humana y cómo no cuidar el medio ambiente nos afecta y puede ocasionar múltiples enfermedades. El segundo concepto fundamental es el de Biodiverciudades: ciudades sostenibles basadas en la salud de sus ecosistemas y de las personas que las habitan. Busca mejorar la conexión de los ciudadanos con su estructura ecológica principal, con el propósito de promover la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad.

Convencidos de que el rol de las instituciones y comunidades debe estar íntimamente comprometido con la conservación, decidimos desde hace muchos años que nuestra misión ambiental debía estar orientada hacia la protección, restauración y promoción de la sostenibilidad mediante la figura de las Reservas Naturales. Algunas propias, otras donadas o en comodato, las reservas constituyen nuestro mayor aporte al cuidado de la Casa Común de la que habla el Papa Francisco.

Nuestros viveros germinan todos los días semillas de esperanza y las plantas se convierten en la principal herramienta para que las reservas que cuidamos y restauramos dejen de ser islas verdes y se conviertan en piezas de un gran rompecabezas, que a lo largo del tiempo permitan unir voluntades, comunidades, industrias, universidades, instituciones educativas y a todos aquellos que deseen trabajar en torno a la construcción de un paisaje sostenible y a la conformación una red ecológica y social en esta tierra del cóndor sin Cóndores, en esta tierra de osos con pocos osos, en esta sabana de humedales ya casi sin humedales.

Este rompecabezas que quiere seguir el curso caprichoso de los ríos Teusaca y Bogotá, hoy tiene pocas fichas; una en Guasca en limites con el Páramo de Chingaza, algunas pocas en el Páramo de Guerrero, otras en algunos espacios que han sido conquistados por las plantas de nuestro programa Árboles para mi país y las mas importantes, nuestras reservas del Parque Jaime Duque. El gran reto consiste en empezar a sumar piezas para armar el rompecabezas más complejo y difícil al que nos hemos enfrentado. Este es un reto para personas que tengan la voluntad suficiente para hacer que las cosas sucedan, un reto para gente que no se limite a criticar y culpar a otros de lo qué pasa, sino que decida actuar y construir este paisaje sostenible para los que vienen detrás de nosotros.

No se trata solamente de hacer un ejercicio de restauración ecológica que pretenda hacer que los territorios vuelvan a alguna condición en la que se encontraban en el pasado, sino de construir entre todos paisajes sostenibles a través de procesos de regeneración que nos permitan reconciliarnos con el planeta, que nos impulsen a reparar lo destruido a causa de las actividades humanas, a mitigar las consecuencias del cambio climático y a restituir activamente las condiciones propicias para la vida.

Este proyecto es un ejercicio de participación ciudadana de carácter voluntario, en el que las partes dan su respaldo al plan de crear una Red Ecológica y Social en la Sabana de Bogotá y adquieren compromisos concretos para aportar al cumplimiento de los objetivos propuestos.

Los objetivos generales de este proyecto son:

  1. Restauración ecológica participativa para incrementar la captura de emisiones de CO2.
  2. Recuperación de la biodiversidad.
  3. Gestión circular de los residuos.
  4. Cuidado del agua.

Árboles para mi país es una herramienta de la Fundación Parque Jaime Duque, a través de la cual se producen miles de plantas nativas para coadyuvar con la construcción de paisajes sostenibles en la Sabana de Bogotá, especialmente en los corredores comprendidos entre el Páramo de Chingaza y el Páramo de Guerrero.

Los árboles son los principales aliados de la Ecosalud y de las BiodiverCiudades. El planeta necesita urgentemente de árboles que garanticen la producción de oxígeno y mantengan a través de sus múltiples propiedades la provisión de una calidad ambiental para la supervivencia de todas las especies. Un árbol absorbe aproximadamente entre 10 y 30 Kg de CO2 al año, 5 a 10 kg de contaminantes ambientales que afectan la calidad del aire y se requieren 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona al día.

A la fecha el programa ha sembrado 218.000 plantas dentro de las Reservas del Parque Jaime Duque y 19.000 en otros espacios dentro del Corredor Chingaza Guerrero para un total de 237.000 hasta el año 2023.

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